Nadie ganó nunca unas elecciones brasileñas con tantos votos (60 millones) ni con una diferencia tan minúscula. Luiz Inácio Lula da Silva ha culminado su resurrección política y ha llevado de nuevo a la izquierda al poder en Brasil, casi 3 años después de salir de la cárcel, donde pasó 580 días. Lula, como se le conoce en todo el mundo, ha recibido el regalo soñado por los 77 años que cumplió el jueves. Ha derrotado por la mínima al presidente Jair Messias Bolsonaro en las urnas electrónicas. Con el 100% escrutado, Lula tiene un 50,90% de los apoyos frente a un 49,10% de su contrincante.
Este triunfo significa que la izquierda brasileña regresa al poder 2 décadas después de su primera e histórica victoria y seis años después de que su sucesora fuera desalojada en un impeachment. Los brasileños han desalojado a su primer presidente de extrema derecha, un antiguo militar nostálgico de la dictadura que durante cuatro años ha sometido a las instituciones a una tensión aguda y constante.
Existe una enorme expectación sobre si Bolsonaro aceptará la derrota o no. El presidente derrotado ha seguido el recuento en su residencia oficial, en Brasilia.
Un puñado de votos ha inclinado la balanza. Como Brasil vota desde hace 25 años en urna electrónica, el recuento ha sido ágil. Los brasileños elegían entre 2 viejos conocidos después de la campaña electoral más sucia de su historia, plagada de mentiras y golpes bajos.
Para el candidato izquierdista, era “una elección entre democracia y barbarie”. Para su rival, un duelo “entre el bien y el mal”. Era una disyuntiva entre virar hacia el centro o profundizar el volantazo a la ultraderecha emprendido hace 4 años.
Con Lula, se espera que Brasil vuelva con fuerza a la escena internacional, impulsado además por una América Latina que culmina su viraje a la izquierda. Con el fundador del Partido de los Trabajadores (PT) al timón de Brasil, por primera vez en la historia, las cinco principales economías de la región estarán gobernadas por progresistas.
El primer dilema de política exterior de Lula será definirse sobre la guerra en Ucrania. Después, el gigante latinoamericano deberá encontrar su lugar en la cada vez más agresiva disputa entre sus 2 principales socios comerciales: China y Estados Unidos. El presidente Joe Biden ha felicitado a Lula y ha calificados los comicios de “libres y justos”.
Consciente de lo ajustado de su victoria, en sus primeras palabras tras el resultado electoral, desde un hotel de São Paulo, Lula ha querido subrayar su voluntad de gobernar para todo el país. “Gobernaré para 215 millones de brasileños. No hay 2 brasiles, hay un solo país, un único pueblo, una gran nación”, ha proclamado.
También ha enfatizado lo que representa su vuelta al poder: “Me considero un ciudadano que ha vivido un proceso de resurrección. Intentaron enterrarme vivo y aquí estoy”. Con su regreso, Lula considera que se revitaliza la democracia en Brasil. “No es una victoria mía, ni del PT, ni de los partidos que me han apoyado, es la victoria de un gran movimiento democrático por encima de partidos, de intereses personales…”, ha señalado.
Su prioridad, la misma que en 2003: “Nuestro compromiso más urgente es acabar otra vez con el hambre”. Poco después de certificarse el triunfo, una multitud tomó la avenida Paulista, la principal arteria de São Paulo.
Este resultado tan reñido coloca a Brasil en una situación aún más polarizada que en los últimos años. Pero, como ha repetido Lula en esta campaña, el amor ha vencido al odio; y la esperanza, al miedo. Y él consigue la oportunidad de reescribir su legado al regresar a la jefatura del Estado, que ya ocupó entre 2003 y 2010.
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